21 Feb El legado de una marca que puso a Chiclana en el mapa internacional
El nuevo Museo de Muñecas Marín, en el Centro del Vino y la Sal, ofrece la esencia y la historia de la empresa que cambió el sector de la muñequería y los souvenirs en España
A poco más de un lustro para que una de las señas de identidad en la historia reciente de Chiclana, las Muñecas de Marín, se hagan centenarias, la empresa que consiguió lo que pocos podían imaginar cuando su fundador, José Marín Verdugo, montaba su primer puesto de muñecas en la Plaza Mayor de Madrid cuenta con un lugar destacado en el centro de la localidad desde donde compartir con visitantes y chiclaneros la esencia de una historia que, como algunos de sus protagonistas reconocen, necesitaría de varios libros para ser contada.
Se trata de las nuevas instalaciones del Museo de Muñecas Marín, que desde el pasado mes de diciembre, cuando fue inaugurado, ofrece a las personas que lo visitan un recorrido por algunos de los elementos más importantes y los datos más relevantes de la historia de una marca que nació en Chiclana, para luego hacerse internacional y conseguir que en la mayor parte de las casas del país hubiera una muñeca de Marín decorando algún rincón de la vivienda.
Un legado que se muestra gracias a la donación que la familia Marín Andrade quiso llevar a cabo a la ciudad de Chiclana en el año 1999 y en el que se cuenta la historia de un artista y creador, José Marín Verdugo, que levantó de la nada un sueño para convertirlo no solo en la imagen de la ciudad, sino prácticamente de un país.
Así lo recuerda el último gerente que tuvo la empresa Muñecas Marín, Ernesto Marín Andrade, hijo del fundador y que, años después, también llegaría a ser alcalde de Chiclana. «Mi padre quería ser pintor y se fue a Madrid para hacer realidad su sueño a los 18 años, pero se quedó sin dinero y, no sabemos cómo, se puso a hacer muñecas que vendía en la Plaza Mayor de la capital». Tal fue el éxito de esas primera muñecas artesanales, que los comerciantes de la zona le propusieron venderlas en sus comercios. Fue en ese momento en el que José Marín vio una oportunidad de negocio con aquel producto que había surgido de la necesidad, y decidió volver a Chiclana para montar el primer taller de lo que después sería una gran empresa.
nombre de su padre, Dionisio Marín, ya que en aquella época hasta los 21 años no se podían regentar este tipo de negocios, José Marín pone en marcha un taller familiar de muñecas, entonces en la céntrica Plaza Patiño, que fue tomando envergadura y generando cada vez una producción mayor, hasta el punto de que, en los momentos de auge de la empresa, ya desde el mes de junio no podían aceptar más encargos por el gran volumen de pedidos que llegaban.
Tras varios establecimientos en distintos puntos de la localidad, la fábrica se instaló de forma definitiva en la calle Arroyuelo, donde fue ampliando y mejorando sus instalaciones con el paso de los años. Fue entonces cuando, con una producción superior al millón de muñecas al año y una plantilla de más de 150 trabajadores, que también tuvo un destacado papel en el crecimiento de la empresa, Muñecas Marín se convirtió en la seña de identidad de una marca que transformó el sector de los souvenirs en España, una evolución que fue posible gracias a la progresiva modernización en los materiales y en los sistemas de producción empleados, y en la que también tuvo una importancia clave el boom del turismo nacional en los años 60 y 70 y la revolución de los regalos de recuerdos a partir del año 2000.
Antes, las muñecas de Marín ya habían recorrido gran parte del país ataviadas con los trajes propios del momento, durante la Guerra Civil, y hay constancia de que en 1959 José Marín estuvo en Nueva York en una feria de muñecas invitado por el Estado español, lo que da muestras de la repercusión que este producto tuvo a nivel nacional y prácticamente internacional desde muy pronto.
Pero esta historia no se podría entender tampoco, como el propio Ernesto Marín destaca, sin la figura de su hermana Ana Marín Andrade, Anita Marín, como se le conocía, diseñadora de las muñecas, ya fallecida, y la segunda alma de esta empresa desde que comenzara a trabajar en ella. «Anita estaba reconocida como una de las grandes diseñadoras de muñecas a nivel internacional, con importantes premios del sector, y permitió la continuidad de la marca después de mi padre, aunque le implantara su propio sello y creatividad y adaptara el producto a los tiempos, más modernos por entonces», recuerda Ernesto Marín.
Serrín, barro, goma y por último plástico han sido algunos de los materiales que han dado vida a las muñecas que representaban la esencia de la flamenca en España, algo que también dio paso a otros elementos como la porcelana y la modernización definitiva con diseños más actuales y juveniles en los primeros años del siglo XXI o la creación de la marca Menta y Canela, más enfocada al sector del regalo. Esta diversificación y modernización permitió a la empresa mantener su actividad hasta 2014, año en el que se ve obligada a cerrar por la crisis en la que se encontraba inmersa.
Por el camino, un sinfín de anécdotas y curiosidades, como las que se reflejan en fotografías históricas que han dejado huella para el recuerdo. La imagen de los Beatles bajando de un avión en España con una muñeca de Marín en las manos cada uno de ellos o la mismísima Marilyn Monroe posando con una flamenca de Marín justo detrás son algunas de estas imágenes icónicas. Las muñecas de Marín también han sido protagonistas en galas de los premios MTV o en películas de Almodóvar, entre otros muchos ejemplos. En este sentido, Ernesto Marín recuerda que «hemos pasado momentos muy buenos y satisfactorios en este negocio, pero también muy malos. Uno de esos días en los que todo parecía que se iba a pique, cuando llegué a mi casa con la idea de tirar la toalla ante las grandes dificultades del momento, al poner la televisión salió una película de hindúes en Nueva York y una muñeca de Marín detrás en determinadas escenas. Esa imagen te hace comprender de nuevo la grandeza de lo que mi padre había creado y de la importancia que tenía que aquello no se perdiera».
Este legado es el que se puede conocer a través de la exposición de Muñecas Marín en el centro del Vino y la Sal, en la céntrica Plaza de las Bodegas de Chiclana, una colección que ya antes ha pasado por varias instalaciones en los diferentes enclaves donde ha estado la fábrica y que ahora, tras las conversaciones y negociaciones mantenidas por el Ayuntamiento con Antonio Marín Andrade, representante de la familia en este acuerdo, se expone en una de las alas de este moderno espacio cultural y en el que se recoge parte de la más importante tradición de la localidad.
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